Me invente que te quise.
Me invente que tu abrazo eran mis brazos. Que las nubes eran de algodón, y que mi cuerpo volaría al lado del tuyo. Me inventare mis lágrimas hechas de plástico fino. Que me queman mis mejillas mientras ellas nacen, y mueren al instante. Mientras mi habitación se inunda de salitre. De espuma y sal. Mientras tú tras el espejo fabricado de rastrojos, de despojos de mí. De mi querer. De mi invención sobre ese querer.
Me inventare que mi sonrisa murió tras esa puerta cerrada con llave. Llave que tiene tu imaginación tras tu mente. Esa llave es tu invención.
Me inventare que mis enfados están infundados y que tus reproches duelen. Me inventare que tus palabras hicieron que mis alas dejaran de batir contra el viento. Que mi aburrimiento es por pensar en mi tristeza. Que vomito hiel en cada estrofa. Que los pájaros dejaron de volar porque el viento paro.
Me invente ventiscas de hielo. Donde quede atrapada, y mi voz angustiada por no poder llamarte a gritos. A susurros invisibles. Mis picores inventados y mis ansias de verte.
Todo ello para inventarme que jamás te quise, y que ese adiós nunca se pronuncio.
02 septiembre 2006
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