Amarrada
por cadenas los tobillos,
las muñecas a la espalda,
condenada
por no saber aprovechar el tiempo
(t-i-e-m-p-o)
sigo escribiendo historias imposibles
como
un eclipse de Marte
(historias en las que sonríes con los ojos
y sudamos hasta por el más escondido poro de la piel)
porque
(supongo que como siempre: tarde)
me doy cuenta muy a mi pesar
de que soy vulnerable a tu mirada
pero
soy aún más vulnerable
cuando ni me miras.
Y ya ves: no pasa nada.
No he de esconderme
porque no estoy visible
ni lo estaré
hasta que deje de creer en que palabras de cuatro letras
pueden ser lamidas en la piel de la esperanza
o que fui yo quien inventó tu nombre
aunque tú no lo entiendas
ni recuerdes algún sueño en el que salga yo
bañándome bajo el agua de lluvia
descojonada
de mis propias dudas
escribiendo palabritas en papel de charco
que digan que ya crecer no nos da miedo.
28 septiembre 2006
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