Nunca prometan nada que no puedan cumplir,
nunca dejen sobre la mesa sus cartas,
ni siquiera bocabajo,
nunca digan me apuesto la vida a que gano,
ni juren por nadie que nadie jura por usted.
Es imposible decir quien fue quien dijo que,
y me es tan inverosímil como tácito culpar al miedo,
me suben hiedras por los brazos al pensar,
que soy sin duda la peor de las calañas.
He matado a puñal ilusiones,
he golpeado con saña los sueños de quien quiso decir que yo,
he mencionado en mis memorias que echo de menos tus manos,
al fin y al cabo soy
tan solo un mentiroso,
de la peor de las calañas.
Admito la culpa y prometo que no volveré a prometer
no me suenan ya las tripas
y el hambre se cura con tortas y no solo pan,
a pesar de ser,
como siempre dije,
tan poco recomendable como la peor de las calañas.
01 octubre 2007
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