Apenas recuerdo el suelo,
apenas dejé de soñarte me sentí libre,
y me colgué un cielo de estrellas el cuello,
para no volver a echarte en falta.
Sólo recorrí el camino que me llevó a tu ausencia,
y allí conocí dolores y placeres antiguos,
y me volví a mirarte sin ser capaz de encontrarte
en mi desierto.
No pedí ser yo,
ni siquiera pedí tener mis manos y mis pies,
atados a mi pasado,
no fui yo quien escribió en la arena una despedida,
y sin embargo en mitad de un suspiro
encontré el lugar donde descansar.
No recuerdo donde estaban tus gemidos
mientras me deshacía,
y aquí,
hoy en mitad de mi capitel angustioso
y angosto,
me he disfrazado de nuevo de aprendiz de
anacoreta.
27 agosto 2008
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