Un abismo separa el silencio
de la incomodidad
cuando las palabras no encuentran lugar en el espacio-tiempo
y tus labios arqueados
desprenden semillas de eternidad
dispuestas a germinar
en los resquicios del día a día
y en el laberinto de los recuerdos.
Ondean banderas en son de guerra
tus ojos
ardientes
mientras
me tapas la huída
con caricias
temerosa de no librar conmigo
la batalla de las olas
ni poder acogerme luego
entre tu alma.
Y somos viento que golpea la noche
y brisa que acaricia la mañana
yo me derrito mirándote
y tú me abrazas fuerte para que no me descomponga
y también para sentir mi piel
ardiente
derritiéndose
junto a la tuya
mientras hallamos paz
en el combate del deseo.
22 diciembre 2006
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