13 octubre 2006

Sin saber siquiera el por qué

Nunca te dije que un día me enfadé contigo
sin saber siquiera el por qué:
una ausencia, tal vez miedo, y si no, gilipollez
y, ¿qué si no?: pues pasó el tiempo.
Ya todo carece de sentido, y la cama está vacía
a mí no es que me importe demasiado
pero supongo que algo sí que te echo en falta.
A veces me apetece mandarte a la mierda,
y decirte, a lo Chaouen, que te calles, que te calles, y que te vayas a tomar por culo
pero sé que no tengo razón
ni razones
que sé que quiero acabar con esta historia,
aunque no haya empezado a escribir,
(con e cursiva, en negrita y más grande que el resto de las letras)
un Érase una vez;
quiero firmar ya la crónica
y ponerle punto y final,
o punto y coma
que me conformo con tal de añadir un puto punto,
que me canso, que te cansas y me canso.
Que ya me he cansado.
Que tengo frío y miedo
y sueño y atardeceres
y lluvia tras los cristales (no bajo los pies y sobre los hombros)
y miedo y frío
y atardeceres y frío...
y, tras los cristales, lluvia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué te crees, que eres poeta porque escribes versículos con expresiones soeces?
Eres un cretino por no comprender la imposibilidad de llegar a serlo.

Rocío dijo...

En cualquier caso, soy una cretina, que desde luego no se cree poeta, ni poetisa.

Tienes razón, mi mamá preferiría que mi vocabulario fuera menos soez. Repasando un poco cualquier cosa que haya escrito, mis expresiones son demasiado palabrotestas y "palagrotescas", no puedo sino admitirlo. Soy genial, me invento palabras y me creo ingeniosa por hacerlo. La hostia puta.

Free counter and web stats